domingo, 5 de agosto de 2018

Un viejo mira por un agujero en la ventana que la nieve aún no ha cubierto. Mira la calle tranquila, mira el invierno de un domingo, mira una tarde que está por terminar, mira las huellas de las personas que han pasado y que esta noche seguramente serán borradas, mira su niñez que ya se ha ido, sus amores terminados y los hijos que nunca tuvo jugando a las escondidas detrás de los faroles de en frente. El frío produce astillas en sus huesos, lo melancolisa, esperando la muerte que no llega o el valor para provocarsela se deja invadir por los recuerdos llorados y se sorprende que de cuando en cuando aún le duelen. El perro ladra y la muerte le dice lo mismo desde hace unos años, hoy no, entonces el viejo le grita: Mierda!

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