Me quede enganchado con la música de radio lima infinita, mientras espero a que llegue uno de mis pacientes que me ha pedido que lo atienda a esta hora, antes que se fuese de viaje, siempre escogen hacer una consulta justo cuando piensan realizar un viaje.
Y no pude evitar acordarme de una chica del colegio, cuyo nombre inventaré para que no se entere nadie más. Judith tenía los ojos transparentes y un bonito lunar cerca del labio, su cabello negro tenía la contundencia de su carácter indomable y su mirada helaba mi respiración. Todo sucedía en cámara lenta cuando ella entraba al salón de clase. Y un buen día me habló. Me preguntó si iría a la fiesta de cumpleaños de Lila, que además sería la primera vez que los chicos del cole se reunirían. Y mi balbucear se entendió como un SI. Bien, me dijo, estoy haciendo la lista para comprar lo necesario.
Esa tarde me pregunté: y ahora que se pone uno para ir a una fiesta pues estaba en la edad en que estaba tomando conciencia, otra vez, de la existencia de las chicas. Cogí un jean y no sé porque demonios me puse una casaca de buzo, la de rayitas blancas en los brazos, la del cole, siempre quise ser original lo cual nunca coincidió con el hecho de tener buen gusto para la ropa.
Llegué puntual a las 6 de la tarde, a esa edad y por esos tiempos era una buena hora. Mis amigos ya habían llegado y fui la sensación, mi ingreso a la casa de Lila fue un espectáculo inolvidable, aún me lo recuerdan, mi casaca de buzo fue el comentario indiscreto de la tarde, las carcajadas invadieron desde la sala, entrando por la cocina, paseándose por los pasillos, una habitación entreabierta y el baño de invitados. Yo estaba en medio de todos y le entregué el regalo correspondiente a Lila, una caja de chocolates, y una estúpida rosa que mi mamá me había dicho que se la entregase, las carcajadas seguían por doquier, y de haber sabido hubiese tirado la rosa en el jardín ó en la calle ó me la hubiese tragado, pero yo no sabía, no lo sabía.
Lila se portó como un ángel y entendiendo lo mal que me sentía, cogió la rosa y la puso en un vasito con agua en medio de la sala y entonces nadie más se rió delante de mí. Mis amigos me dijeron que yo era todo un galán, pero yo solo quería ver a Judith, felizmente Judith llego mucho después y creo que nadie le había contado lo sucedido.
Las bolsas de chizito y papitas se colocaron en las mesas, pero no duraron mucho, nos abalanzamos como pollitos hambrientos y nos quedamos con sed. Entonces vino el famoso RonKanú, lo cual era una mezcla de Ron blanco o rubio (pampero o el que se hubiese podido conseguir), un poco de agua hervida, un sobrecito de refresco marca Kanú y azúcar. Aquel entonces no teníamos dinero para comprar cervezas, felizmente en este país se vendían los cigarros por unidades.
Continuara...
ahahahahahahahahahaha!!
ResponderEliminarBueno no te mentire, he tomado alguna vez en mi vida ese 'kanu'.. pero ni mas!... feisimo!