Cuando lentamente se desplomó sobre mis piernas al pie de la cama. La habitación tenía las luces apagadas pero el azul de la luna iluminaba desde la ventana su hermoso cuerpo ahora marchito y mas bello aún.
En la mesa había un revolver con una sola bala y no podía fallar, pues iría a buscarla entre los muertos, iría por ella a buscarla entre los mares de azufre, le pagaría lo que me pidiese a Caronte para que en su barca podamos encontrarla, su ponzoñosa alma ha de estar aún burlándose de mí moviendose como un delfín endemoniado.
Pero la policía llego antes de que pudiese acercarme al arma, llegó en la madrugada. Alguien debió oírnos discutir, alguien debió oír su horrible risa, alguien debió presentirlo. Por eso es que te has salvado maldita, pero te perseguiré, te dejé escapar una sola vez al matar tu cuerpo de sirena posesa. Pero pronto he de encontrar la manera de volverte a ver y marcar un velo de sangre en tu mirada.
Tocaron la puerta varias veces, y al no tener respuesta la tumbaron. Me apuntaron con sus linternas y sus armas, me cegaron por completo y yo estaba a solo dos metros de la mesa, a un salto largo y preciso. El revolver y su única bala eran mi boleto de salida. Me cubrí el rostro me puse de pie y antes de que el primer guardia se acercase me abalancé sobre la mesita de noche, simplemente volé, y estando a punto de cogerla, sentí un fogonazo en el pecho, me dolió como un látigo de fuego y cal. Entonces caí.
Lamentablemente desperté, y ahora espero mi condena, me declaro culpable, pero quiero la pena de muerte o de lo contrario me tomaré el trabajo de hacerlo por mi cuenta. Pues he de buscarte y perseguirte eternamente, arrancaré tus castaños cabellos y clavaré una daga en tu vientre besándote una vez más. Y al renacer en los infiernos volveré a buscarte infinitamente hasta que los peces se alimenten de tu alma en una rapsodia infinita y bohemia. !Es una promesa!